jueves, 24 de marzo de 2016

Son las 12:18. Volví al espacio que tenía abandonado. Vuelvo. Siempre Vuelvo. Hay un sin fin de razones por las que lo hago, algunas conscientes, otras no tanto. Suena "She hates me" de Puddle of Mudd. El volumen está tan alto que me resulta raro que los vecinos no hayan venido a quejarse. Estoy relajada, aunque esta música no ayude tanto. Hace una semana volví de una gira bastante larga que emprendí el 25 de Diciembre. Necesitaba volver. Finalmente volví. Regresé a la rutina y ya me quiero ir otra vez. Es semana santa y estoy sola en mi casa. Definitivamente todo vuelve a ser como antes. Y como corresponde, pienso. Pienso. Tomo un sorbo de jugo de pomelo y sigo pensando. Ya pasaron 4 canciones. Ahora suena "Iron Sky". Mientras tanto re-leo las entradas antiguas de este blog. Elijo aleatoriamente algunas publicaciones de la misma manera que elijo las canciones de la lista de reproducción que armé en Spotify. Son las 12:38 y con la voz de Gustavo Cerati que suena de fondo se generan en mí un montón de sensaciones encontradas. Así viajo. Me voy. Hasta que al cabo de un rato me doy cuenta que sigo acá. Afuera hace frío. Me encanta el frío. También está ventoso. La ventana está abierta. El viento rosa mi cara, y mientras termina "Whatcha got" de Chris Hurn, cierro los ojos y me imagino en un auto descapotable yendo a quién sabe donde. Sin embargo, el olor a la tarta que se está cocinando en el horno me desconcentra. Trato de volver a mi fantasía pero, mientras me acomodo, mi brazo roza los dos tomos de Freud que tengo a mi lado. Son las 12:57 y recuerdo que el miércoles tengo un parcial y que debería estar estudiando. Mientras busco una excusa para no hacerlo, mi pierna se acalambra por haber estado quieta tanto tiempo. Vuelvo a mirar la hora y es la 1:09. Pienso que por un minuto no fue capicua y no pedí un deseo. ¿Qué deseo hubiese pedido?. También me doy cuenta que pasó casi una hora y no hice absolutamente nada. Me doy cuenta que es Jueves en la noche y que la gente de mi edad debe estar en un boliche. Mientras comienza uno de los grandes hits de Britney me dan muchas ganas de salir a bailar. Como estoy enferma, me conformo con cantar tanto como mi tono de voz me lo permite. Libero endorfinas y aprovecho de estos pequeños momentos. Es la 1:16 y todavía no hubo ningún mensaje que me haya alegrado la noche. Me pregunto que tipo de mensaje espero. Creo que tampoco puedo responder eso. Me doy cuenta que hace exactamente 4 meses atrás estaba subiéndome a un micro y sin saberlo iba a pasar el mejor Año Nuevo que jamás pensé que iba tener. Sonrío. Y pienso, porque siempre pienso, ¿qué diré en 4 meses sobre este momento?. Debería pensar menos.