viernes, 7 de mayo de 2010

Él y ella, ella y él.

Él, un tipo loco, solitario, estafador, confundido, temperamental y con un toque de soberbia.
Ella, ninguna santa por cierto, una joven niña que con el pasar de los años fue aprendiendo a defenderse en la vida.
Creo que es por eso que la mayoría de la gente cree que la niñez es uno de esos momentos que todos , o bien , casi todos,  recuerdan con mayor felicidad.
Ella por su parte nació en un lugar , que para ella, era su paraíso.  Y claro, ¿quien no amaría un lugar en el que todo es felicidad, y crees que todo es posible?.
¿Será por eso que la mayoría de esos niños tienen esas hermosas sonrisas en sus caras llenas de belleza y alegría?
Pero como es la vida.. a medida que el tiempo pasa, cosas nuevas que nunca habías sentido aparecen y te dan la sensación de que ahí se van a quedar. Y así va a ser.
Confusa, con apenas 4 años de edad trata de entender ¿Qué es lo que esta pasando?
Y te trata de acostumbrarse a lo que sin saber de que se trataba próximamente se iba a convertir en una rutina.
Luego de un año o dos, las cosas tomaron un giro inesperado.
Esa familia perfecta, con hijos perfectos, con casa perfecta, y vida perfecta, se fue cayendo a pedazos. Ya nada era como ella creía.
Ese padre “trabajador y cariñoso”, ya casi era un recuerdo borroso, casi imposible de recordar. Una mezcla de fantasía y realidad.
Esa madre perfecta, no era tan perfecta como ella creía. Pero sin embargo nadie es perfecto así que dentro de todo no tiene de que quejarse. Ella sabía perfectamente que su madre daría su vida y más por ella y su hermano. ¡Que suerte la de ella de poder tener una mamá así!.
Y ese hermano perfecto, era bastante colgado, casi nunca opinaba y casi siempre se hacia el boludo.
 Pero bueno.. ¡tampoco tanto drama!, la familia se separa y como ahora parece el fin del mundo, no siempre es tan así.
Así que poco a poco la joven se fue adaptando a las nuevas reglas que le debía obedecer.
  • Vería a  su padre 3 veces a la semana
  • Estaría con su madre los días restantes
Dentro de todo su relación con ellos fue bastante normal. A pesar de que ya no estaban más juntos las cosas no eran tan graves como ella pensaba.
En su casa, la que ella sentía su casa, para ella seguía siendo su paraíso. En cambio , ya rondando los 6/7 años de edad, la cosa se fue complicando, esa imagen de padre perfecto se cayo tan rápidamente que no hubo tiempo ni para respirar.
Todo paso tan rápido que ya entrabas en la duda, cual de todas las cosas creer.  
 Cansada de tanta injusticia alrededor de los 8 años la niña no aguanto más tanto sufrimiento , tanto dolor, tanta injusticia. Y es por eso que un día dijo basta. Basta a todo esto que le causaba tanto sufrimiento. A pesar de las mil y un cosas que luego sucedieron.
Ella cada vez que pasa debajo de un puente y arriba hay un tren pasando, o encuentra una vaquita de san Antonio, o atrapa un panadero, aún sigue pidiendo esa muestra de afecto de un  padre a una hija, ese que en tanto años estuvo ausente…