Tomé el coraje de dejar que todo me importara muy poco, sin medir las consecuencias, que las cosas simplemente “fluyan”. ¡Gran error!. Torpe ilusa, pensar que las posibilidades de algo me salga bien sean de 99.9% casi sin margen de error; y como siempre pensar mal. Y ser ese 0,01% restante. Sin mencionar cuando las cosas comienzas a andar mal, muy mal, miras al cielo y pensás “una buena, una”.
¡Desgraciada, como le gusta hacerse esperar!.
Esa desesperación de estar ciego y ver todo negro y pensar que desaparecer es una buena solución al problema. Y ni eso te sale bien, copado.
Y digo, no. Si todo iba medianamente bien, ¿cómo carajo hice para que una torpe decisión se llevara lo más importante que tenía?.
Ahora reclamo lo que se llevó. Lo quiero. Lo necesito.